Cuando la entrevista es con un viajero uno nunca sabe dónde tendrá lugar la cita, lo más probable es que entrevistador y entrevistado no coincidan en el espacio (a veces los tiempos tampoco son fáciles de cuadrar porque los husos horarios son traviesos en función de donde uno esté parando), así que habrá que optar por la alternativa virtual (suerte que existe).
Cuando nos pusimos en contacto, vía mail, con Matías Hardy (uno de los dos emprendedores de www.motodestino.com.ar) respondió enseguida y en dos horas ya estábamos charlando, él en México y nosotros en Argentina, a través del skype. Gracias por la rápida respuesta, le digo. Imaginate, con la pasión que tengo con esto, contesta.
Después de las presentaciones vamos directamente al quid de la cuestión, es decir, descubrir qué es motodestino y qué inspira que dos amigos se suban a sus motos para recorrer el continente americano con el agua como impulsor.

¿Cómo surge la idea de motodestino y en qué consiste este proyecto?
Esta historia comenzó en 2009. Primero fue la idea. Decidimos unir nuestras especialidades, Sebastián Pedro es un ingeniero hidráulico con mucha conciencia ecológica y yo que, aunque soy analista de sistemas, he trabajado durante mucho tiempo en televisión. Así que queríamos sumar nuestros conocimientos y emprender una odisea a favor del agua uniéndolo a la pasión que compartimos: las motos. También era importante para el proyecto que ambos provenimos de relaciones distintas con el agua. Yo soy de Formosa, una provincia pobre y con escasez de agua, y Seba es de Tandil (provincia de Buenos Aires), un lugar rico, con tierra muy fértil y mucha agua. Esas realidades opuestas sumarían en el objetivo final y en la vivencia del camino.
¿Cómo pensasteis el diseño del viaje?
Decidimos dividirlo en tres etapas. La primera sería recorrer América – de Buenos Aires a Nueva York-, la segunda se traza entre África y Europa y la tercera y última se desarrollará en Asia y Oceanía. Nos pusimos en ruta en diciembre de 2009 y concluimos la primera etapa en junio de 2011.Fueron 15 meses de viaje. 15 países y 60.000 kilómetros recorridos.
En cuanto a la metodología para documentar las realidades apostamos por la experiencia. Yo aprendí durante mi trabajo en televisión que la mejor manera de investigar es a través del trabajo de campo, es decir, vivir la vida de los lugares, pasear las calles, conversar con la gente. Esa es la base, después contarlo, en el soporte que sea, para compartirlo.

Despertando la curiosidad
La filosofía del viaje era transitar el continente de forma empírica, apostando por la vivencia experimental que permite contrastar las realidades, aprender de los lugares donde se han incorporado soluciones para proponerlas en los que las necesitan y aún no las conocen. Así encendieron los motores y los dos amigos que no querían viajar por viajar comenzaron a rodar movilizados por un objetivo que sumase para el bien común: concienciar para el uso responsable del agua. La curiosidad que generaron a su paso no fue menor para los espectadores aunque era la versión aventurera de este viaje la que, en principio, más interés generaba, al fin y al cabo, dos hombres subidos en una moto, habiéndolo dejado todo atrás para ponerse en ruta, con la incertidumbre del camino, no es habitual. Ese interés fomentó que muchos medios de comunicación mostraran interés y le dieran voz a motodestino.

Una vez en camino, ¿Cómo se fue recibiendo el mensaje entre la gente?
No es tan fácil que el mensaje de la problemática del agua cale en la gente. Las preocupaciones son otras y son mucho más banales. Si hablamos en general, no existe una conciencia generalizada con respecto al agua, y eso que hay lugares donde la escasez es un problema serio, como en Bolivia, en el norte argentino o en el norte de Brasil. Como suele pasar con casi todo, la conciencia existe en los lugares con escasez. Por el contrario, donde el agua sobra, lo que se manifiesta es el derroche escandaloso.

¿Cuáles fueron las primeras conclusiones?
Uno de los descubrimientos es que el problema principal no es la falta de agua sino la mala distribución. El agua se ha convertido en una mercancía más y por tanto hay muchos intereses al respecto. En realidad, implementar medidas de cuidado del agua es muy simple y además son beneficiosas para la economía personal y la de las empresas o gobiernos. Pero no interesa. Son pocos los que están haciendo apuestas efectivas en este sentido, como en el sur de Brasil donde las construcciones ya empiezan a tener sistemas de captación de agua de lluvia.
¿Podemos hablar de denominadores comunes?
En Latinoamérica el denominador común es la falta de inversión de los gobiernos. Eso tiene que ver, por ejemplo, con que potabilizar el agua no es visible puesto que es una intervención que va por debajo del suelo. Por el contrario, un político sí se muestra cortando un moño (cinta) cuando inaugura un edificio. Esto evidencia que es muy difícil generar conciencia a largo plazo.

Entonces, ¿cómo definirías la tarea, frustrante o estimulante?
Es una mezcla de ambos. Hay momentos para todo. Por ejemplo, logramos el apoyo de una empresa de filtros potabilizadores y pudimos hacer entrega de ellos en lugares donde la problemática con el agua es mayor. La cantidad de agua dulce en el mundo es muy poca y cada vez somos más. Hay unos pocos que se están aprovechando, muchos los que padecen las consecuencias. El desafío es estimulante pero también es demoledor ver que hay gente que no tiene pelo o dientes por la cantidad de arsénico que tiene el agua.
En cuanto a lo positivo, también tuvimos otros apoyos, por ejemplo, Hostelling International nos permitió alojarnos en varios lugares por cortesía, lo que nos posibilitó descansar bien para poder trabajar. La provincia de Formosa también nos ayudó. Económicamente no fue mucho pero sumó. La mayor parte del viaje, en cualquier caso, nos la hemos costeado nosotros. Lo mejor ha sido concluir la primera etapa como la habíamos pensado.
Cuéntanos cómo fue el itinerario y qué realidades os fuisteis encontrando
Como ya dije, el viaje comenzó en diciembre de 2009 en Buenos Aires. De Buenos Aires continuamos hacia los esteros del Iberá donde la cantidad de agua es impresionante, debido a los acuíferos. Continuamos camino aCorrientes y Formosa. En Formosa hicimos un estudio de cómo se administran los recursos hídricos. Después llegamos a Salta y Jujuy, donde nos encontramos con realidades chocantes: la gente está sufriendo la sobreexplotación de la tierra, se construyen hoteles enormes, se ensucia el agua o se construyen campos de golf que consumen toda el agua.
Después nos fuimos a Bolivia, donde el contraste es importante. EnTupisa, por ejemplo, hay gran contaminación de arsénico, de hecho quisimos hacer notas en hospitales y nos sacaron. Y luego llegóCochabamba, uno de los lugares más problemáticos, donde en el año 2000 se dio la primera guerra del agua a nivel mundial porque se privatizó la empresa y se aumentó en un 400% el valor.

Seguimos a la frontera con Brasil y tuve un accidente, me caí de la moto y tuvimos que parar un mes, alojados en un convento de monjas, en Miranda(límite con Paraguay) y donde Seba me acompañó con toda la paciencia. Cuando me recuperé continuamos por las Cataratas de Iguazú y de ahí seguimos a la costa brasileña, una zona donde se concentra la mayor población del país. En el sur de Brasil, encontramos gente con muy buenas ideas y después llegamos al Norte, una zona muy seca del país, que tiene agua de mala calidad, lo que implica un alto índice de mortandad por la falta de higiene. Eso lo pudimos contrastar con la realidad del Amazonas, que debajo tiene un acuífero importante que los “condena” a tener agua hasta el fin de la historia.
Continuamos ruta para conocer la realidad de Venezuela, un país muy rico en los papeles pero pobre en lo social. Les falta absoluta distribución, de hecho no existe la distribución de agua. En Caracas, por ejemplo, cada uno tiene que comprar su camión de agua para que le llegue a su casa. El problema con el agua en el país es tremendo. Como ejemplo significativo es que podés comprar 70 litros de gasolina por un dólar y el agua sale carísima, vale su peso en dinero. Además, nos encontramos con gente que perdía la vista o chicos mancos debido a la falta de conciencia con respecto a los pesticidas; se siembra hasta muy cerca de los ríos, entonces todos los pesticidas van al agua, se contamina y esa agua la bebe la gente.
Seguimos ruta a Colombia, el país más avanzado con la conciencia del agua en América. Tienen políticas para cuidar los páramos, mucha conciencia con respecto al uso, hay lugares que en los que incluso se pena el abuso. Además, tienen sistemas muy naturales de la captación, se toma el agua sin casi tratarla de las cimas de las montañas. Sin embargo, hay un contraste con la costa, cerca de la frontera con Panamá, donde la gente consume agua en muy mal estado, sufren graves problemas derivados de ese consumo.

Otra de las experiencias intensas fue cruzar el Caribe a bordo de un velero donde el agua dulce, en una semana, era el bien más preciado. Y ahí te das cuentas de lo necesaria que es. Vivirlo en carne propia te hace más consciente.
El camino continuó y caímos justo en época de lluvias en Centroamérica, así que el agua fue un problema, se llevaba puentes, carreteras y al tiempo, llegaba muy sucia y era muy difícil beber agua buena. También descubrimos que Costa Rica es un país muy avanzado en ese sentido.
México llegó después y mostró una realidad muy dura. El DF es una mega ciudad que tiene que acarrear agua de 70 km. Uno se da cuenta de la falta de planificación, de que las obras se hacen a corto plazo. Después tuvimos que vivir momentos realmente difíciles en el Norte de México, con la problemática del narco. Vimos gente asesinada en plena calle, con ametralladoras y eso fue muy duro.
Continuamos ruta y cruzamos la frontera con Estados Unidos, ahí la realidad es otra, totalmente diferente. Es otro mundo. Tienen más de 400 litros de agua por persona y tienen más recursos para facilitar el agua pero en algunos casos están llegando a situaciones extremas, por ejemplo, enNueva York no pueden beber agua de sus reservas sino que tienen que acarrear agua de 150 km de distancia.
Así aprendimos. El camino nos fue mostrando y fuimos sacando conclusiones. Fue un camino largo. 15 países. 60.000 km. Y algo muy importante es que las motos se portaron muy bien.

Lo curioso fue que cuando volvimos a Argentina, estábamos muy contentos porque la empresa de filtros nos había donado un montón para repartir, lo triste fue que quedaron varados en la aduana y no los pudimos distribuir.
¿Qué otros impedimentos os encontrastéis?
Éramos incómodos en muchos ambientes, así que para cuidar nuestra integridad apostamos más por llegar al consumidor final. En Salta, por ejemplo, con el tema de la megaminería, nos advirtieron que no nos metiéramos con ese tema para no pasarlo mal. Y eso se puso un poco pesado.
Lo que queda pendiente
Matías dice que han cumplido el objetivo, experimentar y documentar la primera parte y que lo lograron gracias a sus recursos y a la ayuda de la gente. Ahora queda todo lo demás: editar el libro y producir el documental. El libro está terminado, solo faltan matices de edición. Esto también tendrán que hacerlo solos. Se reunieron con un par de editoriales que después de buenas palabras no han concretado nada. Lo mismo pasa con las productoras y el documental, los elogios son grandes pero no se definen los compromisos.
Concluida la primera etapa, quedan dos más. Ahora el viaje lo hará Matías solo. Sebastián ha decidido parar, aunque sigue colaborando en lo logístico y lo informativo. Para emprender rumbo a África, Matías está trabajando en México para ahorrar. Su pretensión es ponerse en ruta en junio de 2013. Le gustaría tener el libro publicado aunque espera contar con apoyos de gente que quieran sumarse a la causa, eso sí, motodestino no quiere involucrar a grandes empresas o gobiernos que condicionen el objetivo, por eso las aportaciones individuales serán bien recibidas y serán las más útiles.
Estamos a punto de terminar la entrevista, aunque la conversación daría para mucho más, pero queda una pregunta pendiente
¿Qué aprendiste en el camino, que incorporaste a tu vida?
Soy más humano, me siento más sensible con respecto a muchas cosas, aprendí a no tener nada y a tenerlo todo en el camino. Aprendí a despojarme de cosas y en ese proceso te das cuenta que el dinero no es fundamental, lo más importante es el tiempo. Aprendí a mirar a los ojos, a conocer a alguien a través de la mirada. Aprendí a cuidarme. Aprendí a manejar mejor la moto (se ríe cuando lo cuenta). La gente es más buena que mala y todos tenemos algo para enseñar. Vi amaneceres y atardeceres increíbles, algo a lo que uno no dedica demasiado tiempo. Tuve una gran conexión con la naturaleza y con Dios. Nunca más he tenido angustia en mi vida y eso me genera muchos beneficios. Aprendí a ser más templado, más paciente. Aprendí a esperar. Aprendí a vivir con lo mínimo y a tener mucha calidad de vida. Aprendí a ser agradecido, a dar, y sé que eso circula todo el tiempo. Ah, y me reí mucho durante todo el viaje, lo pasamos muy bien. Todo fue espíritu positivo.

Nos despedimos después de más de una hora de charla y me dice algo más, se trata de hacer el bien y ser libre porque pasar por la vida y hacer lo mismo que hace todo el mundo… no tiene sentido.